El dolor crónico es una condición multifactorial que impacta negativamente no solo en la función física, sino también en el bienestar emocional, social y psicológico del paciente. A menudo, representa un gran desafío terapéutico debido a la compleja interacción entre el sistema nervioso, el tejido conectivo, los procesos inflamatorios de bajo grado y el componente psicosomático. En este contexto, la neurodiatermia se presenta como una herramienta avanzada de neuromodulación no invasiva que permite intervenir sobre estos múltiples niveles de forma sinérgica, segura y adaptada.

A diferencia de otras terapias que se limitan al abordaje sintomático, la neurodiatermia busca actuar sobre los mecanismos de autorregulación del organismo, restaurando la funcionalidad del tejido afectado a través de estímulos eléctricos bioadaptativos (Medkey) y corrientes de radiofrecuencia profunda (Diacare), moduladas de manera estratégica según el tipo de tejido y el objetivo clínico.

Exploración diagnóstica: el punto de partida imprescindible

Todo tratamiento eficaz empieza por una buena evaluación. En el abordaje con neurodiatermia, esta evaluación es doble: por un lado, la tradicional anamnesis fisioterapéutica que permite al clínico comprender el contexto del dolor (historia, mecanismos desencadenantes, irradiación, factores perpetuadores), y por otro lado, una evaluación funcional neurosensorial basada en la tecnología del Medkey en su modo diagnóstico.

Este modo permite identificar zonas con alteraciones en la respuesta cutánea y tisular, como enrojecimiento o palidez (signos vegetativos), adherencia del electrodo (cambios en la resistencia cutánea), variaciones sonoras (interacción campo-tejido) o sensaciones descritas por el paciente como picor, calor o descarga. Estas zonas de “asimetría” no siempre coinciden con el lugar del dolor percibido, y al detectarlas podemos dirigir el tratamiento no solo hacia el síntoma, sino también hacia su origen disfuncional.

La zona de tratamiento se define incluyendo el área dolorosa principal más un margen equivalente a un ancho de electrodo en todas las direcciones, permitiendo trabajar sobre el contexto neurofisiológico de la lesión y no de forma aislada.

Preparación del sistema nervioso: restaurando el equilibrio vegetativo

La mayoría de las personas que viven con dolor crónico presentan una activación mantenida del sistema nervioso simpático. Este estado de hiperalerta provoca vasoconstricción, tensión muscular persistente, alteración del sueño, digestión dificultada, respiración superficial y una disminución general de la capacidad regenerativa. Por tanto, uno de los objetivos prioritarios debe ser facilitar el restablecimiento del tono parasimpático, creando un terreno fisiológico más receptivo a la terapia.

Para lograrlo, se emplea el programa base de biorregulación del Medkey, cuya frecuencia de 78 Hz ha demostrado ser eficaz para inducir un efecto vagotónico, estabilizador y reparador. Esta fase del tratamiento se aplica de forma suave, perilesional o incluso a distancia del foco doloroso si se considera adecuado (por ejemplo, en zonas refleja o metamérica), con una intensidad que debe ser cómoda pero perceptible. Es importante no subestimar esta fase: crear condiciones internas favorables es lo que marcará la diferencia entre una intervención que perdura y una que solo “alivia momentáneamente”.

Neuromodulación bioadaptativa: diálogo terapéutico en tiempo real

Una vez equilibrado el sistema vegetativo, el siguiente paso es intervenir de forma más específica y dirigida sobre el tejido alterado. Aquí el Medkey entra en su mayor expresión: la terapia bioadaptativa.

En esta fase, se seleccionan programas adecuados a las características del caso clínico. Para dolores persistentes o sensibilización periférica, se priorizan programas de desensibilización o regulación del dolor crónico. Si hay signos de fibrosis, hipotonía o déficit circulatorio, se utilizan programas de activación tisular o estimulación metabólica.

La terapia se realiza desplazando el cabezal del Medkey por las zonas previamente identificadas como asimétricas. Se utilizan patrones de movimiento como espirales, estrellas o barridos rítmicos, manteniéndose en cada punto hasta que el signo neurosensorial desaparece. El objetivo no es solamente aplicar un estímulo, sino leer la respuesta del cuerpo y permitir que el dispositivo y el sistema nervioso mantengan un diálogo dinámico y autorregulado.

Durante esta fase, los pacientes frecuentemente describen cambios en la percepción corporal: calor profundo, sensación de liberación, alivio espontáneo o simplemente una conciencia más clara del segmento afectado. Todo esto es señal de que la red neuromuscular está reorganizándose y que el cuerpo está reprogramando sus patrones adaptativos.

Diatermia segmentaria y tratamiento puntual del dolor

Una vez que se ha intervenido con Medkey, es el momento ideal para potenciar el efecto mediante diatermia profunda. El uso del dispositivo Diacare permite aplicar corrientes de radiofrecuencia en modalidad capacitiva o resistiva según la naturaleza del tejido objetivo:

– Capacitiva: para musculatura superficial, edemas, zonas inflamadas o dolor difuso. Tratamiento regenerador.

– Resistiva: para tejidos más densos o con alta impedancia eléctrica como ligamentos, tendones, cápsulas articulares o fascia. Eficaz también cuando buscamos su efecto neuromodulador.

La elección de la frecuencia es clave para determinar la profundidad del tratamiento:

– 300 kHz para estructuras profundas.

– 448–700 kHz para planos medios.

– 1000–1200 kHz para aplicaciones superficiales.

Pero dentro de esta fase general, es especialmente relevante incorporar un abordaje focalizado sobre los puntos de dolor agudo o crónico persistente mediante la técnica de los “Tres Máximos”. Este método combina estrategia neurosegmentaria, tratamiento del punto gatillo y acción sobre el circuito reflejo espinal.

Técnica de los Tres Máximos (para tratamiento puntual del dolor)

  1. Máxima localización clínica: se identifica con precisión el punto más doloroso al tacto o al movimiento. Este será el blanco de la intervención resistiva.
  2. Máxima intensidad tolerable: se aplica una carga energética que esté al borde del umbral de confort, sin sobrepasarlo, para asegurar eficacia sin generar respuesta nociceptiva.
  3. Máxima respuesta clínica observable: durante el tratamiento se observa una reacción objetiva: cambio en la textura del tejido, disminución del dolor, irradiación refleja, liberación del rango de movilidad. En la formación explicamos ampliamente esta modalidad de aplicación tan potente en la reducción del dolor.

La configuración técnica incluye:

– Electrodo resistivo sobre el punto activo.

– Placa pasiva situada sobre la raíz del dermatoma correspondiente para cerrar un circuito profundo (por ejemplo, en zona paravertebral).

– Frecuencia de 300 kHz por su efecto segmentario profundo.

– Modo pulsado entre 70–100 Hz, para generar una estimulación rítmica que actúa sobre la médula espinal y arcos reflejos.

Este tipo de intervención no solo proporciona alivio local, sino que reorganiza el procesamiento del dolor en el sistema nervioso central, modulando la vía aferente y mejorando la respuesta eferente motora y vegetativa.

Integración funcional 

Una vez concluida la fase de tratamiento, es recomendable realizar una nueva evaluación diagnóstica con Medkey, verificando que las asimetrías han desaparecido o disminuido significativamente. Pero tan importante como esto es favorecer una fase de integración neuromotora y neurosensorial que permita al sistema consolidar los cambios obtenidos.

Aquí se pueden incluir estrategias como:

– Movilizaciones pasivas y activas suaves.

– Estiramientos miofasciales.

– Ejercicios de respiración diafragmática.

– Técnicas de conciencia corporal o reposo terapéutico.

Estas acciones no solo completan la sesión, sino que activan el sistema parasimpático y permiten que la información procesada durante el tratamiento se consolide de forma funcional.

La neurodiatermia representa un avance terapéutico que permite actuar de forma global y específica sobre el dolor crónico, respetando la biología del paciente y aprovechando los mecanismos naturales de regulación del sistema nervioso. El uso combinado de impulsos bioadaptativos y radiofrecuencia profunda convierte cada sesión en una experiencia clínica rica, basada en la observación, la adaptación continua y la respuesta personalizada.

Más que una herramienta, la neurodiatermia es un lenguaje terapéutico: uno que el cuerpo entiende, integra y utiliza para sanar.